Crochet de Zero patatero

Envalentonada por las clases que empecé este curso escolar y satisfecha por haber iniciado a tres alumnas completamente, me decidí a hacer unos talleres. Un adorno navideño muy sencillo como primer contacto con un ganchillo. Ya sabes, una tiene una pasión y se muere por contársela al mundo. Se trataba de contagiar esas ganas y reclutar miembros a esta comunidad del tejido, que por lo adictivo, bien podría considerarse una secta…

La idea tuvo muy buena acogida, de hecho las ocho plazas se llenaron a los pocos minutos. Cuando vi una lista de espera, igual de larga, decidí ampliarlo a dos días más. Resultado:

3 talleres en los que cuento un poquito de dónde viene esto del crochet: que se deriva en dos teorías, una en China con la elaboración de tapices tradicionales bordados con un gancho y otra en América del Sur con figuras ornamentales tejidas por tribus, asociadas a ritos de pubertad y fertilidad (algo así como un muñeco de vudú pero de buen rollo).

Y mientras luchan por aprender a agarrar el ganchillo y tejer sus primeras cadenetas, yo les sigo contando lo que me fascina el tejido, que ha estado presente en nuestra historia bélica (no pretendía aburrirles, sino distraerles del cortisol que produce la frustración de la primera vez ) en tiempos de guerra. Mientras en las calles estaban los soldados montando guardia y en el ambiente se respiraba el miedo, las mujeres tejían en público. Al no ser consideradas una amenaza, ser algo socialmente muy normal, ya que la falta de recursos hacía que elaboraran la ropa; ellas veían, observaban y tejían.

La gracia de todo esto era que en esa bufanda de turno o manta, había algo así como un código Morse. Cada nudo, bodoque, incluso «error», era un mapa de posicionamiento del enemigo, número de soldados…era una forma de resistencia que la gente ajena a ese código de puntos o trenzas, no entendería como mensaje oculto.

Y luego llegó la parte de tejer puntos en esas cadenetas recién hechas, que como buenos novatos, hemos apretado más que las tuercas de un submarino y son imposibles de hacer…pero fue saliendo,

Les llevé algunas de las bolas de mi árbol para que vean que es cuestión de cambiar el color o de tejer en redondo, pero que el ganchillo se hace todo igual. Posibilidades infinitas.

-¿Porqué debéis darle otra oportunidad? -Dije segura de que me estaban odiando en algúno de esos frustrantes momentos- Porque el ganchillo en tu cerebro es un super poder y no lo digo yo, lo dice la neurociencia.

¿Qué sucede en tu cerebro? Que busca la eficiencia y anticipación. Los movimientos repetitivos son predecibles, lo que genera una especie de «Ruta de la Calma». Nuestra mente sabe exactamente lo que viene después y genera una pequeña liberación de dopamina (la hormona de la recompensa) porque ha completado la tarea con éxito.

El hecho de ir cogiendo el ritmo, les empezó a gustar, es ahí cuando intenté defender mi postura sobre que «tejer es el nuevo Yoga». Aunque creo que con tanta concentración no estaban por la labor de relajarse…Pero sí, es cierto, el constante movimiento hace que nuestras ondas cerebrales pasen de un estado de alerta (Beta), a un estado más relajado (Alpha).

Es como una meditación activa. La distracción controlada también hace que dejes de tener pensamientos rumiantes o ansiosos (que me lo digan a mí con el proceso de divorcio: casi agoto las reservas lanares del país, destrocé dos pares de Adidas y unas Nike saliendo a correr).

Y luego está el refuerzo positivo. El resultado final de ver tu obra (si no te has rendido a la mitad) que es el resultado tangible de que empiezas a ser un@ crack y que te vas a tejer un jersey algún día. Te genera un vínculo emocional ya que has creado algo útil, bello y no se te ha ido la tarde viendo tik tok.

Ciclo de retroalimentación positivo: tejer-calma-producto-satisfacción personal.

Conclusión: que la gente en la posguerra no sólo tejía mensajes ocultos, sino que estaba utilizando una varita mágica en forma de ganchillo, para reducir su estrés postraumático y encontrar un sentido de control en un mundo caótico gracias a esta conexión consigo mismos, gracias al ritmo y la recompensa.

Os doy las gracias por venir, no sé quién se siente mas realizad@.

Si quieres ver un short del resultado de esa tarde tan amena: